Ningún Homo Sapiens dibujó rupestres (bueno, tal vez alguno aquí y allá, pero sin importancia).
Los rupestres los dibujaron los Anunnakis, y se trata de enseñanzas magistrales. Se enseña a distribuís lotes por familia y se enseña a subdividir esos lotes. Se enseña que trabajen juntos. Se enseña a recolectar semillas (las famosas canastitas que aparecen en la mano o colgadas del brazo de los dibujos), se enseña a domesticar animales, a formar manadas, se enseña a construir sistemas de riego, se enseña a hacer frente a la adversidad. Se enseña a observar los cambios de lugar del Sol para diseñar el calendario. La Cruz es símbolo de ellos, indica las cuatro estaciones, además de los cuatro rumbos cardinales, además de las cuatro Eras Geológicas (importante porque enseñan que cada organización, ecosistema, imperio, todo lo que se construya se derrumba y es suplantado por un nuevo Orden: el único Orden definitivo es el superior, la ley Cósmica).
Tihuanaco fue sede de los Anunnakis, pero estuvieron en prácticamente todo el mundo.
Del mismo modo que ahora predomina una cultura y una raza, en el pasado el mundo fue de los Anunnakis.
Hicieron todas las pirámides, todas las obras megalíticas, todos los geoglifos (como los de Nazca), todos los acueductos y sistemas de riego, todos los terraplenes para el cultivo.
Ellos eran poderosos y vigorosos
Ellos tenían dos principios claves:
1. Ellos fueron los autores originales de lo que hoy se conoce como filosofía de la India, el Brahamanismo, el Tao, los Vedas. Creían, o por lo menos actuaban como si lo creyeran, de que las vidas eran pruebas que conducían a la purificación. Y cuando se alcanzaba una conducta perfecta ya no se volvía a nacer y se gozaba de la liberación del espíritu, que era parte del Espíritu Universal.
Vivir de acuerdo a esa creencia impide cometer errores (por lo menos intencionales) y obliga a hacer las cosas bien, sin Leyes, policías ni cárceles.
2. El segundo principio es que todo ha de hacerse de manera comunitaria porque la unión hace la fuerza.
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