El GUALICHU:
Es un ser que representa la personificación de todas las causas que producen los males y las desgracias que sufren estos pueblos (Ranquel, Pampa, Mapuche, y principalmente Tehuelche); es decir la representación de la causa maléfica universal. Una característica que distingue al Gualicho es su pertenencia indisoluble con las modalidades localizadas del "daño". Se cree que ese ser está ligado a rasgos sobresalientes del entorno natural; se asignan moradas distintivas para el espíritu perverso: árboles solitarios intrigantes y añosos, grandes piedras, cuevas, sendas angustiosas.
Congraciarse o rechazar a ese espíritu es la función del brujo, doctor o curandero, que combina las artes médicas con las mágicas, aunque no posee facultades exclusivas para ninguna de ellas.
En el campamento, el gualichu tiene su puesto en la parte trasera del toldo, donde acecha la oportunidad de molestar a los ocupantes; y se supone que se deja estar tranquilo mediante los conjuros del doctor, que está dotado no sólo de la facultad de apaciguar al diablo, sino también de verlo.
Por lo que he podido comprender, se supone que ese demonio se introduce en las diferentes partes del cuerpo de la gente y causa enfermedades para cuya curación se apela al doctor. El tratamiento en casos de dolor de cabeza, por ejemplo, es muy sencillo: el doctor toma la cabeza del paciente entre sus rodillas y, después de una breve ceremonia de encantamiento, grita en los oídos exhortando al demonio a que salga de allí.
Además del gualichu hay muchos otros demonios que, según suponen los indios, habitan en viviendas subterráneas, debajo de ciertos bosques y ríos, y de ciertas rocas de forma particular.
Los indios consideran con superstición ciertos signos y presagios; uno de ellos, especialmente temido, es el grito de la chotacabras, cuando se oye sobre un campamento o sobre un toldo, anuncia enfermedades o muerte para algunos de los ocupantes.
Los indios profesan gran veneración a esa ave y se oponen a que se le haga daño en alguna forma. Otro animal que, según se supone, posee facultades mágicas, es un lagarto achatado como un sapo; creen que este animalito deja mancos a los caballos por algún medio misterioso, y lo matan dondequiera que lo encuentran.
* De "Vida entre los Patagones", Solar/Hachette, Buenos Aires, 1964. Este libro, que lleva por subtítulo "Un año de excursiones por tierras no frecuentadas, desde el Estrecho de Magallanes hasta el río Negro", fue publicado por el marino británico George Ch. Musters en Londres, en 1871, y relata su viaje, realizado entre 1869 y 1870, por el interior de la Patagonia, acompañado de los indígenas.
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