sábado, 16 de mayo de 2015

El Monolito Panché, extraordinaria Piedra de Sasaima, Cundinamarca (Colombia).

Esa gran piedra que se encuentra en el piso de la selva está completamente dibujada con rupestres, y es el Monolito Panché.
 


"El monolito Panché".

Esta roca es uno de las más extensos páneles con petroglifos hallados en Colombia. Se trata de un yacimiento rocoso superficial, que emerge apenas unos pocos centímetros del suelo circundante, y cuya pendiente de aproximadamente 10 grados de inclinación la conduce, de este a oeste, hasta sumergirse en las aguas de la quebrada Talauta, en su parte más baja. Se destaca principalmente por poseer una gran profusión de motivos. Cerca del 80% de sus 98 metros cuadrados de superficie (14m x 7m) se encuentra signado, en su mayoría, con un grabado muy superficial.
 
 
Parece como que esta piedra es un contrato por el que se forma una Confederación Panché; cada grupo formula su propio aporte cultural, técnico y estratégico en defensa del territorio, no para ellos, sino por NANUCO o NACUCO, quién era una entidad femenina, como la Madre Bachué del pueblo Muisca.
 

 
Nanuco dominaba y regía las cosas de este y otros mundos, tenía el poder de hacer tanto el bien como el mal, era suprema, por lo tanto sus actos y naturaleza iban acompañados de doble contenido.
 
Esta temida Diosa era evocado con un nombre diferente de acuerdo a su estado de ánimo y de los sucesos ocurridos en el mundo; asimismo podía ser vista de diferente manera.
Era la Madre de los Dioses. Tenía igualmente este pueblo, un conjunto de Dioses mayores como el Sol, la luna llamada QUININÍ, el agua y el monte.
Existían también Dioses menores iguales a los de la etnia Pijao como la princesa Diosa TULIMA y otros de importancia como LULOMOY, Dios grande con múltiples extremidades, LOCOOMBO Dios del tiempo, benévolo y creador de todas las cosas existentes, y ELIANI, Dios de las cosas no buenas.
Por la abundancia y proximidad con las aguas, algunas de estas deidades debieron ser habitantes de las mismas, otras aparecían y se transformaban en la noche, como la luna por quien sentían gran respeto y atracción.
  
Al igual que otras religiones, los Panches adoraban a una Diosa Suprema, que otorga la vida, la salud, la abundancia, la continuidad, el renacimiento, pero también la muerte.

Su Diosa central representa dos mitades irreconciliables y opositoras; ejercía el bien entre los hombres siendo a su vez aterradora y despiadada.

Contrario al diablo en el cristianismo, éste no era un ser independiente que solo actúa a favor del mal, aquí pertenecía a esa misma esencia divina. La maldad para los Panches era parte del carácter de ese mismo Dios benévolo y celestial; por lo tanto para poder adorar el mundo en su totalidad, había que establecer junto al culto inmaculado, un culto a la maldad, o digámoslo de otra forma un culto al castigo divino.
Estas deidades no solamente indicaban al hombre indígena las formas de hacer las cosas o de cómo actuar entre ellos mismos, sino fijaban normas que seguían con sumo rigor, respeto, atención, temor, teniendo como fin la actitud hacia la Naturaleza, ya que era ella misma quien ejercía sobre el hombre todo su poder. Ella representaba el espacio vivo de la ocupación y el sustento humano. El culto a Natura, con particularidad casi congénita y ancestral como las oraciones, rezos, sacrificios, ofrendas y la misma esencia de la filosofía, tenía un carácter estrictamente basado en el Equilibrio Ecológico. De esta estrecha e imprescindible relación afloran revelaciones como los espíritus del agua, aire, tierra, fuego, monte, quienes con todo su poder y respaldo de la Gran Madre castigan a quienes profanan y abusan o premian a quienes respetan y cuidan de este medio vital. Estos Elementos Dioses, estaban dotados de vida y descomunal poder, siendo estos quienes castigaban con enorme furia como erupciones volcánicas, lluvias torrenciales, temblores, tormentas o sequías, cuando ese equilibrio estaba amenazado.Ver más en Los Inconquistables Panches del Magdalena..



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